jueves, noviembre 11, 2010

Tiempo de observar, tiempo de escuchar

(Pequeños fragmentos de una historia en proceso)

Para aquel entonces no tenia nada, absolutamente nada. Solo miedo. Un miedo corrosivo que poco a poco iba oxidando todo en mi interior. Una tristeza cortante que me empujaba inconscientemente (o tal vez conscientemente) a una vida cada vez más solitaria. Ese año el calendario gregoriano comenzó en domingo, aun me pregunto si este raro evento tuvo alguna influencia en los acontecimientos que marcaron mi vida para siempre. Fue el año que una reina de belleza coronó a mi país por quita ocasión, fue el año en que un gran artista presento su mejor trabajo en mi país… fue también el año que conocí a mi mujer.

Yo solía tener un nombre como cada persona normal pero, ese es el asunto que quiero compartir, ya no soy una persona normal, perdí mi pasado y solo guardo aquello que atesoro y respeto. Hoy no tengo nombre solo soy yo.

Yo era del tipo normal, con trabajo, amigos, compañeros, bares y discotecas cada fin de semana como una cita obligatoria con un medico cuando se tiene alguna enfermedad terminal. Y claro que padecía una enfermedad terminal que muchos, como yo, no logramos aceptar; tristeza, inconformidad, soledad, impotencia ante la vida.

-¿Te sucede algo? Pregunté

-No. Contesto ella

-¿Segura?

-Tengo un problema. Dijo al fin.

Ahí fue exactamente cuándo comenzó todo. Éramos cinco amigos, dormimos todos en el suelo, en la sala de estar junto al televisor, todos juntos en solidaridad y complicidad con ella. En ese momento la vi tan frágil, tan inocente que me jure protegerla, quererla, amarla a cualquier coste. Quería tenerla siempre, cuidarla siempre, que ella me mostrara ese camino de inocencia y serenidad que irradiaba con cada paso que daba por la vida y yo protegerla para que el mundo no alterara la paz que sentía (y que nunca sentí en la vida) cuando estaba junto a ella. El peor error de un ser humano es creer que lo somos todo, que el mundo gira alrededor nuestro y no vemos lo que realmente se mueve a nuestro entorno. Yo cumplí mi parte y la protegí de aquellos que le hacían daño e incluso de aquellos que no. ¿Quién la protegía a ella de mí? Es entonces cuando realmente caemos en las redes del amor. ¿Qué es amor? Creemos que es un sentimiento, muchas veces creemos que es solo una ilusión momentánea. No. Amor no es proteger excesivamente a tu pareja o a tus hijos, no es besarla cada vez que llegas del trabajo o hacer el amor cuando sientas deseos o decir mil veces “Te amo”. Es mucho más que eso. Una vez le dije a un amigo: Si logro que ella se interese en mi te juro que me caso con ella. Parecía valiente en aquel momento, parecía una historia de amor a punto de alcanzar su máximo esplendor. Ahora que lo pienso detenidamente es lo más egoísta que he pronunciado en mi vida, egoísta como fui con ella a diario. ¿Porque siempre pensamos en nosotros mismos? ¿No es eso lo que nos enseña la vida, la sociedad? Ayuda al prójimo, dale la mano al caído, pero… ¡primero asegúrate de que tú estés mejor! Primero yo, segundo yo, tercero los demás. ¡¡¡Yo, yo, yo!!! Ella intentó enseñarme el camino correcto, su versión de una familia, unidad, respeto. Yo tenía mi propia versión. ¿Cuál era la correcta? Ninguna y las dos. Todas las familias son únicas y cada versión del amor es auténtico y genuino. Todo lo estereotipamos lo convertimos en moldes y modelos a seguir. ¡Cuán equivocados estamos! Ella lo intentó, yo lo intenté pero ambos estábamos equivocados de una forma u otra. Yo quería protegerla y le hice daño.

-¿Te sucede algo? Le pregunté

Silencio

-¿Quieres el divorcio?

-Sí. Contesto finalmente

No recuerdo haber derramado tantas lágrimas en un solo día. Se me cayó el mundo, se me fue la vida. Era imposible, la mujer que amo, la única mujer que me trajo de vuelta a la vida y ahora me la quita así nada más. Tan seguro que estaba de tenerla, tan seguro de tenerla junto a mi toda la vida. De vuelta a lo mismo: Yo, yo, yo. ¿Cómo es que amándola tanto nunca me pregunte qué es lo que ella realmente quería? ¿Cómo pude ser tan egoísta, tan malo con una persona a la cual le profeso tanto amor? Ella quiso mostrarme el camino, yo lo sé, pero nunca observé más allá de mí mismo.

-Sabes, yo no te amo y creo que nunca te amé… creo que solo fue una ilusión.

Podría decirse que esas palabras acabarían de destrozar mi universo, pero no fue así. Algo mágico sucedió esa noche, algo que debió suceder desde el principio. Leí su mirada. No le creí en aquel entonces y sigo sin creer esas palabras porque su mirada la delató. Había amor en su mirada. Hay amor en su mirada, amor como el que yo tengo atravesado entre el pecho y la existencia pero ninguno sabe cómo recuperarlo, ninguno encuentra el camino correcto para perseguir ese amor que aun late en el interior buscando la forma de manifestarse. “El tiempo lo cura todo” me dije a mi mismo y cometí un grave error una vez más. El tiempo no cura nada, es solo un mito, somos nosotros los que curamos y cambiamos lo que queramos cambiar o curar.

Una lagrima de ella siempre me parte el alma, irónicamente la hice derramar muchas. Sigo preguntándome lo mismo, ¿Cómo es posible que lastimemos a alguien que amamos tanto? El día que me fui, no sé si por orgullo o por idiota (siendo la última la opción más factible), le arranque lágrimas, lastime su inocencia, su paz. Me fui, más herido que ella, tenía el orgullo destrozado, tenía mis sentimientos perdidos en alguna parte, tenía la vida al borde del abismo. Y así fue. Estaba desperdiciando mi vida, el recuerdo de mi mujer me estaba consumiendo, extrañaba a mi hija, lloraba por ambas y mientras más lloraba más me hundía en el abismo.

-Me preocupas. Dime que te sucede, habla conmigo.-Me dijo un amigo

-No me pasa nada.

-Yo sé que tú piensas que no tienes amigos y te entiendo, entiendo tus razones. Pero yo sé que tú no eres una mala persona. Solo aparentas ser de una forma frente a las personas para que te dejen en paz. Déjame recordarte algo, no todas las personas quieren lastimarte. No sé si tú me consideras como un amigo pero puedo decirte que me preocupas bastante.

-Ya te dije que no me pasa nada, bébete algo yo invito.

-¿No te pasa nada? Entonces explícame como es que siempre estás aquí solo, tomando con una cara de infelicidad que nunca te había visto. Es más, contéstame algo. ¿Cuánto estas pesando? ¿Te has mirado en el espejo últimamente?

-No mucho. ¿Que tengo?

-Que no tienes querrás decir. Estas en los huesos. Déjame decirte algo, yo he aprendido mucho de ti y te aprecio. También me duele verte así. Tienes potencial, carácter… Yo sé lo que te sucede. ¿Qué tal si dejas de lamentarte tanto y vas a reconquistar a tu mujer?

La vida está llena de momentos mágicos, a veces invisibles o simplemente no nos tomamos la molestia de observar. Cambios. Una sola palabra puede cambiar tu vida drásticamente, ese fue uno de esos momentos. Mis ojos se humedecieron y sin poder controlar el impulso, más bien ni me interesaba el hecho de que estaba en un lugar público, el llanto se dejó caer libre, como rio que fluye hasta llegar al mar, hasta que es libre.

-Tienes razón. Pero no puedo reconquistar a mi mujer.

-¿Porque?

-Porque yo no puedo hacerla feliz si yo mismo no soy feliz. ¡Ayúdame a salir de aquí! Necesito salir de aquí, dejar mi pasado, hacer algo diferente. Reencontrarme. Ya no soporto ver a la persona en la que me he convertido. ¿Qué me pasó? ¿Porque siempre tengo que lastimar a las personas? ¿Porque no puedo pensar en nada más que en mi mismo? Yo no quiero que mi hija tenga un padre así. Yo quiero lo mejor para ella. Yo quiero que ella se sienta orgullosa de su padre. Son las dos personas que más amo en la vida, mi hija y mi mujer. Tal vez mi mujer me odia, me lo merezco, pero no podría vivir si mi hija también me odiara. Ayúdame a salir de aquí.

Dos días después fui a conversar con la persona que me ayudaría a emprender mi viaje, dos semanas después me encontraba camino al extranjero. Hago una pausa para aclarar que no estaba huyendo de mis problemas personales, estaba huyendo de un solo problema, yo. Una mujer que cambio mi vida, que luego se convirtieron en dos. Dos mujeres que amo profundamente, que extraño. Dos mujeres que siguen cambiando mi vida día a día. En mi nuevo camino he sufrido, he pasado hambre, he estado días sin dormir, he trabajado hasta que mi cuerpo y los músculos ya no responden. En mi camino he descubierto a un nuevo yo. He aprendido a confiar, he aprendido a afrontar las dificultades, he aprendido a pedir ayuda y he descubierto que hay otras personas a mi alrededor… ya no soy solamente yo. Me gustaría que mi mujer no me mirara con desconfianza cuando la vuelva a ver, me gustaría que abriera los ojos y viera lo que ella logró en mí. Me gustaría que si le queda orgullo lo deje a un lado y abra su corazón, que mire dentro de mí, que toque y sienta el amor que aun siento por ella, el amor que he guardado por años solo para ella, los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses que he dedicado a su recuerdo. Me gustaría decirle tantas cosas y nunca encuentro la forma que no sea concentrando todo en un Te amo. Me gustaría cambiarlo todo, comenzar todo… ya no soy yo. Ya no tengo nombre, acepto el que ella me quiera dar, acepto el camino que ella quiera elegir, acepto su decisión. Acepto el futuro porque ya no soy yo. Fue ella la que cambio mi rumbo, mi vida, mi dirección. La que me regaló la oportunidad de ser quien soy.

Me gustaría emprender mi camino junto a ella pero sería egoísta porque aun la amo y el amor es libertad. Que sea libre de elegir su camino así como yo fui libre de elegir el mío aunque aún le pido a Dios que al final ambos caminos se encuentren y sigan en dirección a lo que resta por descubrir, el camino a la historia que aún queda por escribir.

Mi mujer, tantas cosas podría decir de ella. Podría hablar de su sonrisa, de sus hermosos ojos, de su inteligencia o incluso de sus defectos… Ese es mi tesoro personal, mi ying-yang, el centro de todo en mi universo, mi secreto. La luz en mi camino.